La noche por fin había pasado, ahora Hanamichi Sakuragi se encontraba corriendo hacia el gimnasio. Quería ver a Rukawa lo antes posible. Pero de pronto, se topó con Haruko.
--¡Hola Sakuragi!—Exclamó Haruko alegremente—¿Cómo estás?
--¿Ah? Hola Haruko.—Respondió Sakuragi sin mucha emoción.
--¿Vas al gimnasio?—Preguntó Haruko.
--¡Sí! ¡Hasta luego Haruko!—Dijo Hanamichi corriendo a toda velocidad hacia el gimnasio.
--¿Sakuragi?—Pensó Haruko algo impresionada, Sakuragi nunca se comportaba de esa manera.
-------------------------------------------------------------------------------------------------
El ejército de Sakuragi había observado cuidadosamente la pequeña conversación que Sakuragi había tenido con Haruko. Estaban muy confundidos, sobre todo Yohei.
--¿Vieron eso?—Preguntó Takamiya.
--Sí, es increíble.—Respondió el resto del ejército al mismo tiempo.
--¡Oigan! ¿Qué les parece si vamos a comer algo?—Preguntó Takamiya.
--¡Sí! ¡Vámonos!—Respondió el resto, excepto Yohei Mito.
--¿Qué le estará pasando a Hanamichi? Nunca pensé que trataría de esa manera tan fría a Haruko, está raro desde ayer... ¿Qué le habrá pasado?—Pensó Yohei mientras salía de la preparatoria con el ejército de Sakuragi.
-------------------------------------------------------------------------------------------------
Al fin Hanamichi había llegado al gimnasio, primero entró a los vestidores para cambiarse. El lugar estaba solo. Hanamichi se paró frente a su locker y comenzó a quitarse el uniforme, de pronto alguien tocó su hombro.
--¿Ah?—Dijo Hanamichi mientras miraba hacia atrás.
Hanamichi Sakuragi se quedó paralizado. Era Rukawa. Y ambos estaban solos en aquella habitación. Sakuragi no dijo absolutamente nada, sólo miró fijamente a Rukawa.
--¿Qué... qué quieres?—Preguntó Hanamichi algo nervioso mientras le daba la espalda a Rukawa y se cambiaba de ropa.
--Toma.—Murmuró Rukawa en voz baja mientras le entregaba sus cosas a Sakuragi.
Hanamichi observó sus cosas, y se quedó callado. Después miró a Rukawa a punto de salir de la habitación y dijo:
--Gracias, zorro.
Rukawa abrió la puerta y se detuvo por algunos segundos, después, sin mirar a Hanamichi dijo:
--Torpe. No dejes tus cosas en mi casa. Después Rukawa salió.
--Rukawa... —pensó Hanamichi algo confundido.
Por: Alejandra Salmón/Sailor Rukawa
No hay comentarios:
Publicar un comentario